EL SOMBRA

Cuando leo El Sombra me pasa que, igual que él, me tomo una pastilla roja y me pierdo en una especie de alucinación, y al salir me pregunto por qué me resulta tan hipnótico. Es, cada vez, como mirar el fuego o ver como una gota de agua que cae siempre en el mismo lugar. Después de mucho pensarlo me doy cuenta de que los cuadros dibujados por Edu me provocan esa sensación de caer en la madriguera del conejo, o de entrar en una habitación desconocida, aunque llena de un perfume propio que puedo precisar, que le es tan familiar a mis sentidos. Anabel Caso